Eros está aquí
He visto caer angelical una pluma
que incendió
mi silencio
y pude
comprender
es cierto: el duende existe.
Eros acaricia mi espera
y yo, que he buscado por tanto tiempo:
unos ojos espejos del alma,
una boca ebria de rocío,
manos creando lo que tocan
esa piel que invita al desenfado,
un cuerpo que levante admiraciones
siento, al fin
y la tentación me golpea...
Un monólogo de protesta mueve mis muros
y me remite a mi
misma.
Sigilosa, recojo el rastro del amor
y súbitamente
sé, que la espera ha terminado.
Los dioses se devanean entre risas a lo lejos
y yo sólo tengo un
signo entre mis manos.
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